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miércoles, 20 de junio de 2012

COMER BIEN EN FLORENCIA Y LA TOSCANA

Hace unas semanas pasamos unos días de vacaciones en Florencia, donde pudimos disfrutar de su arquitectura, historia, clima, ambiente, pero sobre todo de su gastronomía, que ofrece muchísimo más que pasta y pizzas.


Siendo Florencia una de las ciudades más turísticas de Italia y del mundo, puede parecer difícil encontrar un sitio donde comer platos típicos, caseros y a buen precio, y no caer en los "menús para turistas" o las porciones de pizza congelada. Pero si se sale un poquito del centro y se le pone un poco de empeño, se pueden encontrar sitios muy majos.

COMIENDO EN UNA TRATTORIA

El primer día fuimos a una trattoria que nos había recomendado un amigo italiano: la Trattoria Il Contadino, cerca de la estación central de trenes y autobuses. El local contaba con dos salas pequeñas decoradas como una cocina (azulejos blancos, mesas y sillas sencillas de madera) y estaba frecuentado por lugareños: muy buena señal. El menú del día constaba de primer plato, segundo, guarnición y una bebida, a elegir entre unos diez de cada, todos ellos típicos de la cocina toscana, y costaba 11 euros.

De primero elegí risotto de gambas y calabacín.


De segundo pollo con aceitunas negras y tomillo.


Y de guarnición tomates al horno.


Todo estaba delicioso y el servicio fue estupendo. Totalmente recomendable para todo el que vaya a Florencia y quiera comer auténtica comida toscana.


COMIENDO EN LA CALLE

Si se quiere hacer una parada rápida o incluso comer por la calle, hay opciones mejores que los puestos para turistas con pizza recalentada.

Una es los puestos de comida frecuentados por gente local, y no sólo turistas. No son bares ni restaurantes... la verdad es que no sé qué palabra elegir para describirlos. Son locales en los que sirven comida preparada y bocadillos, tanto para comer allí como para llevar, y son bastante económicos. En el mostrador hay bandejas con pasta, ensalada, arroz y piezas de embutidos. Nosotros encontramos uno en la Via degli Alfani 4. Con nuestras cuatro palabras de italiano, pedimos un plato de ensalada, uno de tortellinis con tomate y queso, que resultaron estar rellenos de alcachofas, y dos latas de cerveza, y nos costó apenas 11 euros.



Después de pedir, vi en el mostrador flores de calabacín rebozadas. Nunca las había probado, pero sí que había leído que son todo un manjar, así que le pregunté a la tendera si era posible pedir una y no la ración entera. No sólo me la dio, sino que me la regaló, y cuando fuimos a dejarle propina no nos dejó. ¡Así da gusto! La flor de calabacín estaba exquisita. Muy parecida de sabor al calabacín rebozado pero con una textura mucho más delicada y agradable.




Otra opción son las charcuterías, en las que se sirven bocadillos para llevar con el embutido recién cortado. 

Cuando fuimos a Lucca recorrimos todas las calles sin que ningún sitio nos convenciese para comer. Lucca es uno de esos publecitos preciosos que viven del turismo, y que con tanto turista pierden parte de su encanto. Cuando ya casi nos habíamos dado por vencidos e íbamos a comer cualquier cosa, encontramos una charcutería con una pinta estupenda. El mostrador estaba lleno de embutidos y las baldas de tarros y latas de conserva de alta calidad. Entramos y el tendero nos atendió muy amablemente, recomendándonos los mejores rellenos para el bocadillo, que nos lo hizo con focaccia, un pan plano y muy jugoso gracias al aceite de oliva, cortado a la medida deseada. El precio del bocadillo es al peso.

Calamar eligió un embutido de jabalí, parecido a la cabeza, pero más fino.


Yo me decanté por el lardo de Colonnata, que es tocino de cerdo salado y aderezado con aceite, hierbas y guindilla. Me pareció muy sabroso, pero un bocadillo enteró acababa cansando un poco. Habría sido mejor medio de lardo y medio de otro embutido más suave.


El lardo de Colonnata estaba expuesto en el escaparate, y un cartel anunciaba la focaccia con lardo.


También compramos, para picar un poco durante las excursiones, este boccone de cinghiale, una especie de "salchichón" de jabalí, que estaba muy tierno y sabroso.



Por último, y para quienes les guste la casquería, están los puestos callejeros de lampredotto y trippa (estómago de ternera), platos muy típicos de Florencia. Estos puestos no se encuentran en el centro (o al menos yo no los encontré) pero sí en los barrios. En la calle de nuestro bed and breakfast había uno y el último día pude probar el bocadillo de lampredotto con salsa verde. Lo único que no me gusta mucho de los callos y otras vísceras es la textura, pero al estar servidas en bocadillo se camufla bastante, por lo que mejoraba sustancialmente el asunto.




COMIENDO PIZZA

A pesar de que Italia sea el país de la pizza, no es tan fácil encontrar una rica y a buen precio. Por suerte, nosotros llevábamos una guía de lujo, que nos llevó a A casa mía, una pizzería frecuentada por gente local y especializada en pizza, por supuesto, y carne. El comedor era muy acogedor, pero cuando fuimos estaba tan lleno que tuvimos que comer en la terraza, desde donde veíamos el ajetreo de gente que entraba y salía con pizzas para llevar.

Calamar pidió una pizza cuatro quesos.

Yo, como no, la Capricciosa, con jamón y setas.



La masa estaba bien tostada y era tan fina que era complicado comerla con la mano, la salsa de tomate natural muy sabrosa, y el queso cremoso. Muy recomendables.


PASEANDO POR EL MERCADO

Uno de los días nos dimos una vuelta por el mercado de comida, situado al lado del mercado de San Lorenzo. Quedamos maravillados con la cantidad de productos ricos y buenos que encontramos. Embutidos, pescado, carne, verduras, frutas, setas secas, pasta fresca, aceite, comida preparada, quesos, vinos... todo un gustazo para la vista, el olfato y el paladar.











COMIENDO HELADO

Y para terminar, el postre. No hubo día que no comiera helado (¡si no eran dos!), y es que los helados italianos son irresistibles para cualquiera. No me pareció complicado encontrar helados buenos en cualquier esquina, pero sí que hay dos heladerías que me parecieron muy superiores a las demás:
  • Gelateria la Carraia, en Piazza Nazario Sauro. La variedad de esta heladería es impresionante, sobre todo en cuanto a chocolate: mousse, fondante, nutella...

  • De esta otra heladería no recuerdo el nombre, pero se encontraba en la Via Pietrapiana. No descataba por la variedad, pero sí por la calidad. El de chocolate era excelente, y el que me llamó mucho la atención fue el de limón, que tenía un toque de albahaca.


Volvimos muy satisfechos de todo lo que vimos y comimos, aunque aún nos quedaron de probar muchos platos típicos: el bistec a la fiorentina, la tripa con tomate... Una buena excusa para volver, pero mientras tanto experimentaré con el libro de recetas toscanas que nos tragimos.

4 comentarios:

  1. que buen recorrido y que hambre al verlo todo sin duda me lo guardo para cuando vaya jajaja

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  2. Jo, chiquilla, si me ha dado hambre. Es uno de los países que me encantaría visitar
    Besitos

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  3. Lo leo tarde, pero que buena pinta!

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  4. Lo leo tarde, pero ¡qué buena pinta!

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