SUIZA: lugares

Nueve días con el Calamar en Suiza dan para mucho: ciudades, pueblos, montaña, campo, fiesta y muy muy buena comida. ¿Pero por dónde empezar? 

Hoy os traigo fotos de los LUGARES que hemos visitado, y para la siguiente ya hablamos de quesos, chocolate, restaurantes...

Como no podía ser de otra manera, empiezo con Friburgo, nuevo hogar de un buen amigo, donde instalamos nuestro campamento base. Una ciudad pequeña (30.000 habitantes) pero con mucha vida gracias a su universidad, bares, restaurantes...

Nuestra primera excursión la hicimos a Montreaux, un tranquilo pueblo a orillas del lago Lemac. Allí encontró Freddy Mercury la tranquilidad que buscaba en sus últimos años de vida, y Led Zeppelin se inspiró para escribir Smoke on the water.

A las afueras se encuentra el Castillo de Chillón, que se comenzó a construir hace más de mil años, sobre una isla casi pegada a la orilla que le concede un foso natural.

Merece mucho la pena visitarlo, ya que no sólo se pueden ver casi todas sus estancias y leer sobre el uso que se les dio a lo largo de la historia: comedores, cocina, dormitorios, baños, salas de reuniones y fiestas, cuadras, calabozos... sino que las vistas del lago Lemac, las montañas y Montreaux son impresionantes.

Siguiente ciudad: Berna. Para ser la capital del país es bastante chiquitina (123.000 habitantes) pero quizás eso la haga más encantadora. El casco antiguo está formado básicamente por tres calles largas con soportarles llenos de comercios. Al final de ellas, y cruzando el río, se encuentran los osos. ¿Osos? Sí, sí, el oso es el símbolo de la ciudad, así que no se les ocurre nada mejor que meter allí a los pobres osos, un adulto y dos crías, en un trozo de ladera vallado y lleno de troncos. ¿Y por qué es el oso el síbolo de la ciudad? Al parecer, cuando se fundó la ciudad no sabían cómo llamarla, así que organizaron una cacería y decidieron elegir el nombre del primer animal que cazaran. Y le tocó al oso (Baren en alemán, y ahí Bern).

Y en el otro extremo del casco antiguo encontramos el reloj de Berna, parecido al famoso reloj de Praga.

El mismo día por la tarde nos acercamos a Lucerna, la ciudad que más me gustó de Suiza. Sus monumentos más famosos son los puentes de madera cubiertos que cruzan el río, y que nos llevan a la parte vieja. Allí uno puede perderse entre sus callejuelas y contemplar las preciosas fachadas pintadas.

También impresiona el tamaño del León de Lucerna, escultura excavada en una pared de roca en honor a la Guardia Suiza que pereció durante la Revolución Francesa.

El jueves nos fuimos a pasar el día al pie de los Alpes. Llegamos a Gruyeres por autopista y desde allí cogimos la carretera que pasa por Montbovon, Chateau d'Oex y llega a Gstaad, pasando entre montañas salpicadas de chalets (los auténticos chalets son estas típicas casas de madera de la zona de los Alpes).

Toda esta zona es preciosa para hacer rutas a pie. El jueves hicimos una saliendo de Gstaad y pasando por Saanen, y el viernes subimos en el funicular de Moleson (cerca de Gruyeres) y bajamos el monte andando.

 

En resumen, un viaje inolvidable sin un minuto para aburrirnos. Y para la próxima entrada también hay mucho que contar: gastronomía suiza.