El bollo de mantequilla. Hasta hace a penas un par de años no supe que este delicioso dulce es típico vizcaíno, que no se encuentra en otros lugares y que despierta pasiones entre los lugareños. Para mí era "el bollo de toda la vida".
Tampoco yo era muy aficionada a él cuando era una niña, pero sin embargo lo recuerdo bien. Recuerdo ir de paseo con mis aitas y mi hermano a media tarde y parar en alguna pastelería a comprar la merienda. Esto sucedía muy muy de vez en cuando y era todo un acontecimiento, que recibíamos con verdadera ilusión. Yo, que siempre he sido muy chocolatera, elegía siempre una palmera de hojaldre cubierta con nata y chocolate. Mi hermano, el bollo de mantequilla.
Pero, ¿cuál es la historia de este bollo, tan parecido a un bollo suizo, y por qué es tan típico en Bilbao y alrededores? La respuesta la encontramos en el
blog de Biscayenne.
Parece ser que a principios del siglo XIX unos suizos llegaron a Bilbao y abrieron una pastelería en el Casco Viejo, donde empezaron a hacer estos bollos de leche. Tuvieron tanto éxito que otros establecimientos copiaron la idea y acabó conviertiéndose en una tradición de la merienda bilbaína.
En el libro "De Bilbao de toda la vida", de Tomás Ondarra y Jon Uriarte, podemos leer también una bonita referencia a este bollo. Una frase que me ha llegado: "Resulta extraño que no triunfara en otras [tierras]. Puede que haga falta que la lluvia golpee los cristales de una vieja cafetería, para entender todo su duende".